El papel de la familia en el uso recreativo de drogas.
Gil, E. y Calafat, A.
(2002) En: Fernández Hermida, JR. y Secades, R. (Eds) Intervención familiar en la prevención de las drogodependencias. Madrid. Plan Nacional sobre Drogas.
ABSTRACT
Los datos aportados tenían dos objetivos principales, uno relacionado con la investigación sobre drogas y otro relacionado con la familia y el consumo de drogas. Se ha mostrado la importancia de contar con las variables estructurales más allá de las relaciones directas que parecen establecer con los consumos de sustancias tóxicas. Profundizando algo más, parece necesario comenzar a preocuparse por introducir variables que puedan diferenciar los colectivos étnicos que ya forman grupos sociales de cierta magnitud. En el trabajo de campo de investigación comienza a ser un problema el control de los cuestionarios procedentes de escolares con insuficientes conocimientos del idioma principal de la comunidad, que suelen ser en su gran parte hijos de inmigrantes recientes. En un nivel quizá más teórico, sería interesante comprobar cómo las distintas formas de uniones familiares se comportan en cuanto a consumos de drogas.
El segundo objetivo de este trabajo se relaciona con la pérdida de funciones en la familia, principalmente la función de socialización. No hay que insistir mucho porque toda la bibliografía especializada ha señalado este hecho, si bien es cierto que concluyendo con dos pronósticos muy diferentes. Uno señala la decadencia de la familia por la pérdida de esta y otras funciones (por ejemplo, la función de regulación sexual o la económica), mientras que el otro destaca justo lo contrario, su buena salud, y asegura que esta institución hará gala una vez más de su carácter dinámico y su capacidad de adaptación a los tiempos y a las diversas situaciones sociales.
En lo que se refiere al consumo de drogas, esta pérdida de funciones familiares toca de lleno en una de las variables que más autores han señalado como responsable importante del incremento de consumo de sustancias tóxicas. Se ha demostrado como el control parental se relaciona con el consumo de cannabis, y cómo esta relación queda matizada cuando se introduce en el análisis una variable de estructura familiar. Esta pérdida de la función de socialización familiar también toca de lleno lo que en definitiva interesa a todos, la prevención familiar. Quizás, uno de los próximos retos de la investigación en drogodependencias es conocer cómo incorporar y mantener a los padres y madres en los programas de prevención, y cómo incidir con la intensidad ajustada a las necesidades particulares de cada caso.
La familia proporciona modelos que acabará imitando: los niños y las niñas aprenden a ser personas, esposos y esposas, padres y madres. Se debe recordar también la importancia de la socialización secundaria, y la necesidad de que los padres vigilen muy de cerca todo este proceso. La socialización es un proceso obligado en el que la influencia de los padres no es la única. En este sentido, el grupo de amigos cobra especial relevancia, así como las prácticas de salidas nocturnas, como se ha mostrado. El número de días que se sale, y la hora en que se regresa a casa, son variables predictoras de diferentes probabilidades de consumos de drogas. Quizá la forma en que se logra y se gestiona el acuerdo sobre ambos aspectos sea tanto o más importante. Los estilos de vida tienen una influencia real sobre las probabilidades de consumo de distintas drogas. El control de estos estilos de vida y la formación de hábitos adecuados no compatibles con el consumo de drogas compete directamente a los padres, en un momento de especial dificultad para seguir manteniendo el diálogo y el control del adolescente y por otra parte proporcionarle la suficiente autonomía para que pueda desarrollar su identidad.